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Dinámica del mapa de redes ¿qué relaciones sociales tenemos?

Dinámica del mapa de redes ¿qué relaciones sociales tenemos?

Porque lo visual siempre es más tangible y comprensible. Las relaciones son la clave de la conducta humana como seres sociales que somos.

Estas engloban toda interacción entre las personas de un entorno social, ya sea físico o, cada vez más habitual, virtual.

Todo ese conjunto de relaciones que tenemos en un momento concreto de la vida, se denomina red social. ¿Por qué en un momento concreto y no siempre? Porque nuestra red social es cambiante y fluctúa a lo largo de nuestra existencia. Las personas van y vienen y, por supuesto, muchas nos acompañan durante toda nuestra vida.

Todas las relaciones, desde las esporádicas hasta las más estables, son importantes y cumplen funciones significativas para nosotros/as mismos/as. Hay amistades que se forman fácilmente y de manera aleatoria, por ejemplo, al coincidir con una persona en una formación, y hay otras que nos llevan años forjar. 

La habilidad en las relaciones sociales es una virtud que no toda persona adquiere. ¡Eso sí! Siempre es trabajable. La soledad no elegida es esa carencia de relaciones que provoca un sentimiento de aislamiento social, que puede llegar a ser muy doloroso.

Pero esta torpeza a la hora de generar relaciones con nuestro entorno no debe estancarnos. La forma de relacionarnos comienza con cómo lo hacemos con nosotros/as mismos/as, para luego extrapolarlo a las relaciones interpersonales con el resto.

El análisis de nuestras relaciones sociales es una manera interesante de descubrir cómo somos en realidad a través de las personas que nos rodean: cómo nos relacionamos, que nos aporta nuestro entorno social y qué aportamos al mismo, las funciones que cumple, los grados de compromiso, etc.

Este análisis se puede realizar de una manera gráfica y visual a través del mapa de redes, que es la propuesta que ofrecemos desde aquí. Esta es una dinámica que puede utilizarse como ejercicio de autoconocimiento, o como herramienta aplicada por la persona profesional, dentro de una terapia o acompañamiento psicosocial.

Este "mapa", como se puede ver, se divide en 4 fracciones que hacen referencia a una “clasificación” básica de los grupos sociales en los que solemos dividir nuestra red. Por supuesto, estos grupos pueden cambiar de denominación, o aumentar el número de fracciones. Por la red podréis ver más ejemplos.

 

 

  • Familiares
  • Amistades
  • Relaciones laborales y/o formativas
  • Relaciones comunitarias: vecindad, asociacionismo, credo, servicios del entorno (sociales, salud, ocio, etc.).

Cada fracción, a su vez, se divide en 3 áreas que tienen que ver con:

  1. Círculo de relaciones íntimas: Aquí se reflejaría a todas aquellas personas más cercanas, a las que acudirías en primer lugar cuando tienes un problema, tienes que tomar una decisión importante o necesitas ayuda. Suelen coincidir con familiares directos con contacto cotidiano y amigos cercanos.
  2. Círculo relaciones personales: Aquí aparecerán las personas con las que no hay un alto nivel de compromiso como en el círculo anterior, pero que sí son personas relevantes en tu vida. Suelen coincidir con relaciones sociales o profesionales con un alto grado de contacto, pero donde el compromiso es menor. Al igual que posibles relaciones sociales y familiares intermedios con los que hay una menor vinculación.
  3. Círculo relaciones con "conocidos/as" y relaciones esporádicas: Aquí deberás reflejar aquellas personas que, aunque presentes en tu vida, van y vienen, estando a veces más presentes y, en otras ocasiones, más distantes. Se trata de familiares menos cercanos, vecinos y vecinas, y otras personas que del ámbito personal o profesional estén presentes esporádicamente y no sean grandes partícipes de nuestra vida social.

Por supuesto, os recomendamos que tengáis en cuenta sólo a aquellas personas significativas de vuestro entorno, y no caer en el aumentar el tamaño de la red como si de una lista de bodas se tratase. Aunque todo sería información interesante en el posterior análisis.

Dentro de este análisis, se tendrían en cuenta tres aspectos de la red social: características estructurales, funciones de la red y atributos del vínculo.

Las características estructurales de la red social de una persona hacen referencia a varios aspectos:

  • Tamaño: sería el dato cuantitativo del número de personas que conforman la red. Aquí el tamaño medio permite la efectividad de grupo, evitando el desgaste de sus integrantes y la dilución de responsabilidades (“ya lo hará otro/a”).
  • Densidad: que hace referencia a la conexión entre los grupos sociales. En este caso, un nivel de densidad medio genera una mayor efectividad de la red, permitiendo un cotejamiento de impresiones entre las personas participantes con respecto a la persona en común (“la encontré más animada el otro día, ¿cómo la viste tú?”), siendo esta última la “bisagra” entre ambos grupos.
  • Composición o distribución: se refiere a cómo se reparten los miembros de la red en los diferentes grupos. Redes muy localizadas y homogéneas son menos flexibles y generan menos opciones, que aquellas más amplias y diversas.
  • Dispersión: en cuanto a la distancia geográfica entre los miembros. Una alta dispersión suele ser común en personas migrantes, caracterizadas por una alta sensibilidad a los cambios y lentitud de respuesta ante cualquier contratiempo.
  • Homogeneidad o heterogeneidad demográfica y sociocultural: tiene que ver con la diversidad de edades, géneros, culturas o niveles socioeconómicos de sus miembros, que influiría en la creación de la identidad propia (creencias, valores, entornos sociales, acceso a servicios, percepción de la realidad, ideologías, etc.).

En cuanto a las funciones que cumple la red, el análisis se dirige más hacia el tipo de intercambio interpersonal entre sus miembros, teniendo en cuenta:

  • Compañía social: si se trata de interacciones frecuentes o esporádicas.
  • Apoyo emocional: hace referencia al clima entre las personas y su grado de intimidad, en cuanto a la comprensión mutual, la empatía, el estímulo y el apoyo.
  • Guía cognitiva y consejos: serían aquellas personas de la red que son consideradas referentes, que aconsejan y orientan nuestras decisiones.
  • Regulación (control) social: se trata de la función de neutralización de las desviaciones de comportamiento con respecto a las expectativas colectivas. Función necesaria, pero que a niveles elevados también inmoviliza y puede coartar la libertad de uno/a mismo/a.
  • Ayuda material o de un servicio: aquella destinada a cubrir una necesidad económica, salud, laboral, conciliación familiar, etc.
  • Apertura social: a través del acceso a conocer a nuevas personas y ampliar la red social.

Por último, en cuanto a los atributos de un vínculo, proponemos analizar:

  • Funciones con mayor prevalencia: que nos darán pistas de qué necesidades propias tenemos cubiertas por parte de la red, y en cuáles tenemos carencias.
  • Multidimensionalidad: ¿es una misma persona la que cubre todas las funciones o son varias? ¿qué persona de mi red me comprende mejor? ¿qué persona da mejores consejos? Y un largo etcétera.
  • Reciprocidad: ¿cumples tú la misma función o funciones que las personas de tu red? De esta manera podemos ver la simetría o asimetría de las interacciones sociales.
  • Intensidad: grado de compromiso de la relación.
  • Frecuencia de los contactos: contacto activo, o no, para el mantenimiento de la intensidad de la relación.
  • Historia: ¿desde hace cuánto tiempo nos conocemos? ¿qué experiencias y anécdotas nos unen?

Como veis, se trata de un análisis muy completo, que incluso podría ser más amplio. La herramienta permite hacer un ejercicio de introspección que invita a la reflexión personal de cómo nos relacionamos y de qué personas tenemos cerca.

Muchas veces este análisis nos deja mal sabor de boca, al darnos cuenta de que nuestra visión previa era muy distinta a lo que finalmente plasmamos en el mapa. Como ya comentábamos, la red social de una persona es fluctuante, y puede haber momentos de sentirnos más “socializadores/as”, y otros en los que estemos más hacia dentro. Estimular nuestra red en aquellas situaciones en las que nos sentimos más aislados/as, es una habilidad adaptativa trabajable.

No dudéis en comentarnos cualquier aspecto que os preocupe u os ronde la cabeza sobre este tema. Desde FACIES, os ofrecemos un espacio seguro y confidencial donde poder trabajar conjuntamente a nivel psicosocial aspectos que os permitan mejorar vuestra autoestima con respecto al mundo de la interacción social.

 

Bibliografía y para saber más en profundidad:

Chadi, Mónica (2014) Redes Sociales en el Trabajo Social. Ed: Espacio Editorial.

Gil Ríos, Ana María (2015). Redes sociales en el trabajo social. Apuntes para la praxis profesional. Revista Eleuthera, 12.

Sluzki, Carlos (2009) La red social: frontera de la práctica sistémica. Ed: Gedisa.

 

FACIES proyescto psicosocial

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