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Comunicación no violenta

Comunicación no violenta

 

La gestión de conflictos es una materia con mucha carrera y muchas vertientes dependiendo de su ámbito de ampliación, pero todas ellas tienen la misma base: el conflicto.

La diversidad social no es algo nuevo, sino que siempre ha estado ahí, pero muchas veces no contamos con ella y preconcebimos que toda persona de nuestro entorno piensa, siente y necesita lo mismo que nosotros/as mismos/as.

El conflicto proviene de esta diversidad, esta diferencia de pareceres entre las personas que comparten un espacio, y que produce un desajuste en su relación propio de un desencuentro.

Nos han enseñado que los conflictos son negativos, y muchos/as de nosotros/as nos hemos descrito como personas que “no nos gustan los conflictos”, y claro, a nadie le gusta estar dentro de un conflicto, igual que a nadie le gusta que le den un pisotón. Son situaciones que no agradan y que requieren de una respuesta.

¿Y qué opciones de respuesta habría?

La clasificación más extendida de los tipos de comunicación es la que habla de la:

- Comunicación agresiva.


- Comunicación pasiva.


- Comunicación asertiva.


Desde el paradigma de la comunicación no violenta, aquella comunicación basada en el instinto de supervivencia animal que nos lleva a atacar (agresiva) o a huir (pasiva) ante un conflicto, nos aleja del objetivo de no querer dañar la relación con la otra persona.

La comunicación agresiva se centra en todas aquellas acciones destinadas a quedar por encima de la otra persona, a querer “llevar la razón”, a imponer el pensamiento propio, a no reconocer la parte de responsabilidad, o a anular los sentimientos de la persona que tenemos frente a nosotros/as.

Por otro lado, es falso que los desencuentros o conflictos se arreglan con el tiempo. Mantener una respuesta pasiva ante un conflicto es también comunicación violenta y, por lo tanto, el “no hacer nada”, el “no darle bola a la discusión”, el “dejarlo pasar para que se enfríe”, puede desembocar en un conflicto más complejo y enquistado, que requiere de un mayor esfuerzo para recuperar la relación.

En cuanto a la comunicación asertiva, hace referencia a esta comunicación no violenta que busca el encuentro y la conexión, a través de la empatía y el cuidado mutuo. Se trata, por ello, de una comunicación que pone la energía en la acción, en el resultado.

Por poner la teoría en contexto, la comunicación no violenta es un paradigma de comunicación desarrollado por el psicólogo estadounidense, Marshall Rosenberg, a inicios de los años sesenta. ​Él mismo, en su libro Comunicación no violenta. Un lenguaje de vida (1999), refiere que el objetivo de la comunicación no violenta consiste en establecer una relación basada en la honestidad y la empatía, teniendo en cuenta los sentimientos y las necesidades de uno/a mismo/a y de la otra persona. 

La clave de esta comunicación es transmitir, con cada una de nuestras palabras, gestos y expresiones corporales, la importancia que tiene para nosotros/as la calidad de la relación. Generando un espacio seguro de confianza, donde se tengan en cuenta las necesidades de todas las personas participantes, alejándonos de propuestas interesadas, camufladas en buenas palabras.

En cuanto a las herramientas que requiere este tipo de comunicación, vamos a dividirlas, en cuatro pasos o intervenciones:

1) Conocer el hecho en sí.


2) Tener en cuenta los sentimientos que se generan ante el hecho.


3) Descubrir las necesidades de las personas implicadas.


4) Pasar a la acción buscando posibles soluciones o alternativas.

Vamos a poner un ejemplo muy recurrente para seguir los pasos que serían recomendables si eligiéramos la vía de la comunicación no violenta.

Intentaremos ponernos en la piel de una profesora que es tutora de una clase de chicos y chicas de 12 y 13 años, dentro de la cual hay un joven que tiene habitualmente actitudes disruptivas en clase, no atiende a órdenes, intenta controlar los tiempos de la clase, interrumpe continuamente la lección sin un motivo aparente, e increpa a la profesora si ésta le llama la atención por su comportamiento. Esto, además, hace que tenga un bajo rendimiento académico y sus notas no sean positivas.

Ante este hecho, la profesora propondrá hablar con él en privado, pero la conversación es posible que vaya encaminada hacia el juzgar (“eres un niño maleducado”), el advertir (“esta va a ser la última vez que boicotees la clase porque va a haber consecuencias”), el distraer (“seguro que eres capaz de portarte mejor”), el sermón (“si sigues por este camino vas a tener muchos problemas a futuro”), el chantaje (“si me demuestras que puedes estar tranquilo en clase, le hablaré bien a tu madre de tu comportamiento en el colegio”), el ridiculizar (“¿no puedes ser un niño normal como el resto?”), el culpar (“estás haciendo que tus compañeros/as no puedan avanzar”), el aconsejar (“deberías centrarte en los estudios y dejar de entorpecer la clase”), etc. Estos ejemplos harían referencia a los obstáculos que Thomas Gordon, psicoterapeuta y educador, definió como aquellas respuestas que damos habitualmente ante ciertas situaciones y que nos alejan del resultado esperado.

¿Qué conseguimos por esta vía?  Confrontar con el estudiante, alejarnos de su realidad, desconectarnos de su visión, no escucharle activa y reflexivamente, … y gastar energías en algo que se desvía de uno de nuestros objetivos que es la modificación de su conducta y que él se sienta más cómodo en clase.

En dirección contraria, podemos tomar la vía de exploración, descubriendo conjuntamente los sentimientos que muestra el joven con su expresión corporal, y aquellos que verbaliza tras nuestras preguntas: “¿cómo estás?”, “te noto alterado y me preocupa”, “¿estás desmotivado con las clases?”, “¿te aburres en ellas?”, “¿te ha molestado algo que haya hecho en clase?”, etc.

El pasar a conocer las necesidades de la persona es fundamental. En la mayoría de los casos la persona cuenta con interés y motivación ante diferentes asuntos o aspectos de la vida. Es interesante hacer esta exploración pues puede ser un punto inicial por lo que nos confrontamos.

Además, en ocasiones, nos cuesta prestar atención, escuchar que soluciones aporta la persona que tiene la dificultad. Ejem/ Daniel, ¿en que te podría ayudar para que te fuera más sencillo colaborar y participar en clase?  así nos será más fácil encontrar el porqué del problema, y llegar a acuerdos, a un entendimiento mutuo y a una solución del mismo.

En esta conversación de exploración del hecho, indagando en sentimientos y necesidades, es fundamental transmitir comprensión mutua compartiendo ambos pareceres, mostrando cercanía y calidez, conociendo dónde está el punto de bloqueo, generando confianza, y poniendo en valor la importancia de cuidar la relación, de cuidar a la otra persona. Así como la identificación de nuestras emociones y las de la otra persona nos permite validar la emoción de la persona con la que hablamos, acercándonos de una manera real y honesta. 

De esta manera, prepararemos el terreno para la acción, ya que es fundamental haber creado esa conexión, en este caso, entre alumno-profesora, pudiendo trabajar en confianza y enfocando nuestra energía en la búsqueda de soluciones creativas. Es decir, el objetivo es evolucionar, es cambiar, es mejorar.

Por todo ello, explorar las necesidades y sentimientos sigue siendo ineficaz si lo que queremos es una solución al desacuerdo. Pasar a la acción es fundamental con ideas y recursos creativos, nos abrirá un sinfín de puertas.

Por supuesto, todo esto, no se hace de un día para otro. Es importante, por tanto, invertir tiempo y practicar para que la comunicación no violenta se convierta en un hábito que no nos suponga esfuerzo. Y así poder hacer frente a los conflictos de nuestro día a día.

En conclusión, merece la pena parar, observar y escuchar activamente el acontecimiento y sus protagonistas, antes de recorrer de nuevo caminos aprendidos como son culpabilizar, juzgar y confrontar.

Desde FACIES os animamos a que podáis emprender este camino de cambio en nuestra forma de enfrentarnos a los conflictos de una manera sana, que ayudará a transformar dinámicas tóxicas en relaciones que partan de la calidez y la comprensión mutua.

 

FACIES proyescto psicosocial

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