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Familia

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¿POR QUÉ ES INTERESANTE EL TRABAJO EN TORNO A LA FAMILIA?

La familia es uno de los sistemas primitivos de nuestra vida, y cuando la situación es estresante o corremos peligro nuestros instintos primarios suelen ser los que determinan el comportamiento.

Por lo tanto, el autoconocimiento en torno a ti con respecto tu familia te va a permitir, colocarte y vivir este tipo de situaciones de manera más coordinada y tranquila.

Sentimos que una situación es tranquila conforme sentimos que estamos en algo conocido, un tanto predecible y podemos confiar en nuestra capacidad de reacción ante los imprevistos que puedan alterar la misma.

Por lo tanto, no sólo nos permitirá lidiar en el sistema familiar de una manera más amable sino que también nos proporcionará herramientas para nuestro día a día en los demás entornos.

¿Qué tendremos en cuenta en el trabajo en torno a la familia?

Tendremos en cuenta que fortalezas y que dificultades existen en torno a la estructura familiar. En todas las familias existen “niveles” donde el papel de la autoridad, el afecto y la contención (entendiendo esta como la capacidad para hacer sentir que otra persona es capaz de algo) son diferentes. Cuando estos se ven alterados, bien, porque existe alguna alteración en torno al nivel de abuelos/abuelos, padres/madres o hijos/as, se establece un funcionamiento disfuncional fuente de malestares diarios.

Por otro lado, también evaluamos el nivel relacional que se puede ver afectado por lo anterior, o por diversas crisis o situaciones vitales que afectan a estas y de alguna manera desequilibra el sistema. Dónde alianzas, distanciamientos, fusiones o relaciones de indiferencia, nos marca el carácter de diversos problemas. Suelen ser relaciones cíclicas dónde el enfoque de la solución se suele plantear en un entorno cada vez más conflictivo, manifestando en niveles altos de malestar desde patologías más leves a más severas.

En ocasiones, tendemos a pensar que una familia cuanto más unida, mejor, pasando desapercibido que eso puede suponer un “aglutinamiento” tan disfuncional como el distanciamiento, por ello, una distancia óptima familiar donde los miembros puedan diferenciarse y crecer será fuente de bienestar.

Estos conceptos principales del enfoque sistémico familiar nos permiten trabajar las dificultades familiares que se nos plantean. Estos conceptos acompañan a otros imprescindibles son nuestras cartas de trabajo, que marcan la diferencia entre el sentido común y la ayuda profesional. Pudiendo apoyarnos en lo que realmente está perjudicando y nos permite acompañar a la familia, dándoles la oportunidad de distanciarse a nivel de contenido (discusiones diarias), dónde suele haber una búsqueda constante de “llevar razón” o de “no estar equivocado”.

Nos gusta tener presente lo que para nosotras es un mantra; cada miembro familiar lo hace lo mejor que sabe, sin embargo, desde ahí a veces se hace daño, por ello, responsabilizarse y cambiar el hábito mejorará no solo al individuo sino tendrá un efecto mariposa en todos sus sistemas.

¿Qué queremos decir con cambio?

El hecho de acercarse a un sitio a replantearse ciertos aspectos ya está suponiendo un cambio, aunque este no suele ser suficiente, por ello, entre otros cambios tendremos que tomar consciencia de patrones que se repiten a nivel inconsciente. El viaje hacia el consciente nos permitirá plantearnos muchos de ellos, pudiendo decidir si queremos ponerlos en marcha o no. Si decidimos ponerlos en marcha, tendremos que tener en cuenta que las cosas a la primera casi siempre salen mal, por eso, la paciencia y los permisos serán también herramientas amables que implementarlas formarán parte del proceso.

Suele asustar este proceso donde nuestra mente imagina ese viaje como procesos catárticos cinematográficos donde la persona entra en crisis existencial y, o mejora, o permanece, y entra en un limbo crónico vegetal.

Sin embargo, esto no se produce de esta manera, de hecho, a lo largo del día, podríamos rescatar muchos ejemplos dónde transitamos este camino. Por ejemplo, puedes tener una manera automática de entrar en casa, te sueles quitar las gafas y dejarlas en el baño, esto lo llevas haciendo desde que te independizaste, hace ya 15 años del núcleo familiar, y de repente te das cuenta que tu abuelo hacía lo mismo. No es un proceso doloroso, de hecho, suele traer una sensación aliviadora dónde le das un sentido a tus actos, pensamientos y comportamientos.

No es posible ser conscientes de muchos aspectos que necesitamos para mejorar de una manera individual, ya que, desde fuera, las personas están afectadas por otros patrones y por ello, nos parece más fácil lo del resto. Cuando lo hacemos con otras personas, solemos rodearnos de personas que o bien comparten sistema familia o bien tienen situaciones similares donde lo que te devuelven suelen ser interpretaciones similares a la individual. Por ello, nosotras contamos con esa capacidad de estar fuera del sistema familiar, y además entrenadas con el trabajo de nuestros sistemas para que no interfieran en el proceso y con las bases para hacerlo de una manera segura.

Entonces, ¿las catarsis cinematográficas no existen?

Bueno, son una representación de diversos casos que también vivimos en la realidad. Son los menos, afortunadamente, y no pasan de manera abrupta y sin previo aviso. Para la familia, podríamos decir que se vive en algunas ocasiones como algo que sucede de repente. Sin embargo, suele ser porque al estar dentro del sistema familiar, les pasan desapercibidos todas las evidencias que desencadenan estas enfermedades.

Cuando las situaciones vitales cuentan con aspectos dramáticos, y han vivido situaciones traumáticas bien de manera inesperada, bien como una concatenación de sucesos... el organismo resiste a unos niveles fuertes de estrés, agotamiento, malestar, que se manifiesta como cualquier otra enfermedad. Poniendo a prueba nuestras características personales y genéticas, si éstas te acompañan hacía la salud, no tiene porqué complicarse, ya que además sabrás pedir ayuda a tiempo y esto te pondrá a salvo. Si no te acompañan bien porque haya una predisposición genética hacia la enfermedad, o tu inteligencia emocional sea baja, independientemente de la académica, te puedes ver en peligro. Dejando en evidencia que hay muchas cosas que tienen que cambiar para llegar a un nivel de bienestar. Por ello, siempre insistimos  a nivel sanitario y social, hablar con algún/a profesional.

En algunos casos, la enfermedad ha generado tanto daño que no es posible rehabilitar a un nivel psicosocial donde la persona puede funcionar en un entorno “normativo”, por ello, trabajamos planes donde la persona pueda encontrarse lo más independiente posible en ambientes lo más normativos posibles. Y estos serían los casos más crónicos, dónde seguimos trabajando con mucha prevención para que esto no tenga que llegar a ese punto.

Y por ello, enfocamos nuestro trabajo en familia con población adolescente, ya que partimos de la base con una población en riesgo por la crisis vital de la adolescencia donde se desarrollan las herramientas que necesitan podrán transitar este período de manera más satisfactoria, segura y preventiva, hacia la etapa adulta. Y la familia podrá experimentar también este periodo como un proceso de aprendizaje personal y les ayudará a prepararse para la autonomía de estos.

Por lo tanto, aunque tu intervención sea individual, estés transitando cualquier etapa, siempre será interesante hacerlo desde este enfoque. Si tú edad es la adulta y tienes hijos/as adolescentes, lo puedes hacer desde nuestro planteamiento grupal e individual (….) si por el contrario, quieres mantener sesiones individuales bien a nivel clínico o a nivel social lo puedes concertar también, preguntando sin compromiso.

FACIES proyescto psicosocial

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