Una relación líquida es aquella que está asentada en cimientos inestables. Puede dar la sensación de que la relación se basa en la confianza y en la solidez, sin embargo, no es más que una fantasía.
Para establecer vínculos sanos y sólidos es importante que confluyan diferentes ingredientes entre las personas que los forman. Podemos enumerar algunos de ellos como son; una comunicación fluida, estilo de apego seguro, tiempo suficiente como para determinar como son realmente las personas, buenas habilidades sociales y emocionales...
Vivimos tiempos de mucha inestabilidad donde nos enfrentamos a muchos cambios sociales, personales, pérdidas que cada uno/a vamos gestionando. Contamos con diferentes habilidades personales limitadas que hemos ido trabajando a lo largo de la vida, más con las que ya contamos genética y ambientalmente, las cuales nos ayudan o perjudican para superar esas situaciones.
Esta inestabilidad, por tanto, nos enfrenta a un momento que determinamos como CRISIS, dónde las herramientas del pasado no funcionan y las necesarias para ser una persona funcional aún están por descubrir.
Por todo ello, generar relaciones sólidas es complicado ya que todos/as nos encontramos en un proceso de cambio importante. Al poner en marcha una relación afectiva/ sentimental/ de amistad nueva nos cuesta determinar, por ejemplo, nuestra identidad (“lo que soy”) y por tanto dar a conocer la misma.
Emociones como la confusión o la tensión estarán en primer plano, aportándonos nuevas sensaciones como la extrañeza que podemos sentir con uno/a mismo/a. Aquí podríamos identificar, también, el famoso “síndrome del estafador”, donde tenemos la sensación que estamos dando a conocer una identidad con la que no estamos del todo seguros/as si es LA REAL.
Cuando hablamos de identidad, nos referimos al conjunto de rasgos de personalidad, y diferentes aspectos con los que nos definimos. Por ello, es algo que debemos sentir en proceso de cambio constante. Siempre va a existir cierta estabilidad que es lo que nos permite sentir que somos de una determinada manera (los rasgos de personalidad) pero esta va a ir cambiando con los diferentes hitos importantes de tu vida como el cambio en los ciclos vitales, situaciones traumáticas....
Por otro lado, es importante diferenciar los estados (cómo nos sentimos en el presente) y esto, aunque puede coincidir no tiene por qué determinar tu personalidad.
Por ejemplo, yo puedo ser una persona risueña (rasgo de personalidad) y puedo estar triste (estado).
Las relaciones líquidas han venido para quedarse por un tiempo, ya que la sensación de inestabilidad es genérica y a todos/as nos cuesta generar nuevos vínculos sólidos desde ahí.
Es importante tener en cuenta todo esto, ya que en este tipo de relaciones vas a tener que enfrentarte a momentos intensos de idealización donde la proyección de tus propias necesidades las vas a ver reflejadas en esas personas, y viceversa. El tiempo determinará si esa relación puede ser sólida o se trata de algo pasajero. Por el mismo motivo, el rechazo será una situación con la que nos encontraremos de ida y de vuelta.
Esos rechazos son importantes que los valores si son personales (si la persona te conoce) o si se pudiera estar dando porque la otra persona está enfrentándose a sus propios fantasmas del cambio.
Es importante poder también hacer lectura de los patrones que se repiten para que puedas realizar los cambios pertinentes y así poder generar relaciones sanas donde los vínculos te aporten satisfacción y bienestar. Puedan cubrir tus necesidades afectivas y sociales.
Más es importante que valores tus relaciones sólidas en las que puedas apoyarte, escuchar y poder sacar conclusiones más realistas de las mismas.
Los espacios terapéuticos te pueden ayudar a desarrollar todo esto de una manera tranquila, acompañado/a porque en algunas ocasiones afrontar esto solo/a puede poner en peligro tu salud.
