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El desahogo del conflicto

El desahogo del conflicto

El conflicto está harto de generar rechazo. Nadie lo quiere ver ni tener cerca. Tiene mala fama.

¿Y por qué?

Ya solo el origen latino del nombre, “conflictus” significa choque, golpe o encontronazo con otro. Ya con estos antecedentes, ¡pintan maneras!

Además, siempre se le asignan connotaciones negativas ligadas a ser el causante de problemas, peleas, desacuerdos y enfrentamiento, asociándose a ellos emociones desagradables: odio, hostilidad, cólera, ira, violencia, …

Pero, ¿y si os dijéramos que esta visión negativa no es culpa del conflicto sino de su abordaje personal o colectivo?

Porque el conflicto es consustancial a las relaciones comunitarias entre las personas. Es algo “natural”.

Hay conflictos por cosas insignificantes como, por ejemplo, un conflicto entre dos compañeras de clase por discrepancias en cuanto al color de bolígrafo que quieren utilizar para escribir la tarea; hasta conflictos internacionales donde los estados tienen diferentes visiones e intereses sobre la explotación de un recurso natural. Las guerras son conflictos, y también lo son las peleas entre hermanos/as por elegir el mejor postre.

Como muchos aspectos sociales, el conflicto tiene una parte visible, que tiene que ver con lo que hacemos o decimos en el momento, pero que es una parte insignificante en comparación con todo aquello invisible del conflicto: pensamientos, sentires, valores, intereses, necesidades, prioridades, … La imagen del iceberg ayuda como metáfora a la hora de diferenciar estas dos partes.

Ante esto, el conflicto, protagonista de este artículo, nos pide que eliminemos toda esa connotación negativa y lo entendamos. ¿Por qué se producen los conflictos? La sociedad, las personas, somos diversas, y tenemos diferentes formas de ver la vida, por lo que es lógico que haya situaciones de disentimiento: tú piensas A y yo B. ¿Y ahora qué?

Y es aquí donde está el truco que nos permitirá ver al conflicto como una oportunidad, una mejora, una evolución, una transformación, de las relaciones sociales. ¿Cómo? Generando habilidades de comprensión y resolución del conflicto, a través de la comunicación: escucha, interpretación y habla.

Todos los conflictos, ya sean intrapersonales (con uno/a mismo/a), interpersonales (con otra persona), intragrupales (entre las personas que comparten un espacio) o intergrupales (entre dos grupos), sólo se pueden resolver mediante la comunicación. Pero no con cualquiera. La comunicación efectiva y asertiva, que ya vimos a qué nos referíamos en un artículo anterior y que os invitamos a leer, es la clave.

Las personas y su diversidad, como comentábamos, tenemos diferentes estilos de afrontamiento. Resumidamente tendríamos:

  • Competitivo: yo gano, tú pierdes.
  • Evitativo: yo pierdo, tu pierdes.
  • El que se acomoda: yo pierdo?, tú ganas.
  • Colaborativo: yo gano, tú ganas.


Efectivamente, un estilo de afrontamiento del conflicto colaborativo ayudará a resolver el conflicto donde ambas personas o grupos obtengan un beneficio, y donde ambas partes valoren el conflicto como una oportunidad de cambio.

Para ello es fundamental un compromiso, dando importancia a la situación y a la otra u otras personas que están involucradas en él. Si la relación nos importa, porque valoramos que necesitamos mantenerla, y no queremos perder o alejarnos de la otra persona, haremos por generar un espacio de comprensión, empatía y asertividad, donde no haya desigualdades y todas ganemos.

Y diréis, esto del estilo de afrontamiento ¿se nace con ello? ¿te lo asignan de niño/a? ¿es inmóvil? Efectivamente la respuesta es: no. Los estilos de afrontamiento se aprenden, desaprenden y se vuelven a aprender. Porque la infancia y adolescencia es un momento vital para adherir este tipo de aprendizajes, y por ello desde FACIES nos gusta trabajar con este colectivo, pero no nos vale decir:

“Yo ya soy mayor para cambiar, siempre he sido así”

Este inmovilismo no nos va a ayudar nunca, y nos va a hacer sentirnos muy inadaptados/as en muchas situaciones de la vida.

La mediación, como disciplina y herramienta básica para la resolución efectiva de conflictos cuando entre ambas partes es complicada la comunicación, tiene un gran potencial en los contextos educativos.

Mari Luz Sánchez García-Arista, como pedagoga y experta en mediación, cree que los beneficios que ofrece la mediación en las escuelas y centros educativos con niños/as y jóvenes mejoran significativa el clima educativo de la institución, además de ser habilidades que podrán aplicar también a otros ámbitos sociales: grupo de iguales, familia, ...

Educativamente, los/as participantes generarán mayor responsabilidad sobre ellos/as mismos/as, su conducta y sobre el resto de compañeros/as. Estos aprendizajes harán que las interacciones entre las personas de la comunidad educativa sean más positivas, previendo así situaciones de acoso escolar.

Desde FACIES, invitamos a centros educativos o entidades que trabajen en el ámbito educativo, que puedan acercarse a la resolución de conflictos efectiva a través de la mediación educativa. Los centros que ya lo practican tienen resultados muy positivos en la mejora de la convivencia y el clima escolar, siendo pioneros en incorporar estos aprendizajes en el currículum formativo.

FACIES proyescto psicosocial

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