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¿Qué es?
Hoy hablamos sobre la enfermedad mental.
Como ya adelantamos en el post del día de la salud mental, la salud no es solo la ausencia de enfermedad, sino el BIENESTAR de una persona. El bienestar engloba las diferentes saludes; mental, social y física.
La herramienta principal de los/as que trabajamos en salud, por tanto, va a ser cuerpo y mente.
Ese cuerpo y esa mente están en constante cambio, junto a la sociedad y comunidad que les rodea, por ello, nuestro trabajo es dinámico y nuestra formación no sólo será actualizarnos en teorías y técnicas que van acordes a la actualidad, en consonancia con la sociedad... sino, además, trabajar y cuidar nuestra propia mente y cuerpo.
Se puede entender, por tanto, que los/as sanitarios/as trabajamos, por un lado, con personas que sienten malestar (no manifiestan síntomas o no los suficientes) en cuerpo y/o mente (pacientes sin diagnóstico) y necesitan un apoyo en momentos críticos de su vida, su estabilidad mental, social y física se encuentra en peligro. Por otro lado, trabajamos con personas diagnosticadas las cuales padecen una enfermedad.
¿Cómo entendemos entonces la enfermedad?
La enfermedad será un quebramiento, un desequilibrio en la salud del individuo, que tras una puesta en marcha de intento de soluciones la persona no supera el periodo crítico, detectando la misma a través de una serie de signos, resultados de pruebas y síntomas. Será ese conjunto lo que determinan el diagnóstico. En muchas ocasiones nos encontramos con varios diagnósticos y tendremos que determinar cuál prevalece...
Es aquí donde marcamos una línea imaginaria y dividimos las enfermedades que tienen que ver con cada una de las saludes.
Mente y cuerpo se organizan de una manera sintónica. Son entes codependientes. Por tanto, todos/as sanitarios/as intentamos trabajar en constante coordinación, para atender la salud desde un punto de vista holístico.
En concreto, cuando hablamos de enfermedad mental, hacemos referencia a un conjunto de síntomas que pueden estar relacionados con la conducta, el comportamiento, la cognición del/la paciente identificado/a. Y que por ende afecta en mayor o menor medida a su sistema familiar, relacional...
El diagnóstico que concretamos hace referencia a una serie de síntomas, no describen a la persona. Lo que tú sientes, eres y manifiestas aunque pueda verse relacionado no depende de lo que tu cuerpo y mente están haciendo para protegerte. Podría entenderse a través del ejemplo de tener fiebre. Tienes fiebre porque algo está sucediendo, es posible que haya una infección y el cuerpo sube la temperatura para deshacerse de ese mal. La fiebre deja a la persona debilitada, dolorida... pero no deja de ser una persona con una serie de características personales. Sin embargo, si puede ser que su carácter, ánimo... se vean alterados...
La psicología en este caso se encargaría de desarrollar hipótesis que explican a través del análisis del individuo conviviente en una comunidad, que intentan explicar por qué el individuo ha desarrollado esa sintomatología y qué estrategias serían interesantes llevar a cabo para que la persona pudiera superar la enfermedad si esta es reversible acompañar a la persona en su desarrollo de herramientas para la consecución de su bienestar.
Si la enfermedad fuera irreversible desarrollaremos, también hipótesis y posibles estrategias para que la persona adquiriese una vida con una calidad aceptable. Contando, por supuesto, siempre como precursor y propulsor de todo el tratamiento el/la propia paciente.
La relación y el vínculo que desarrolle la persona con el/la terapeuta, compañeros/as, en el caso del grupo, será una de las fuentes más ricas del tratamiento.
Por todo ello, es importante que seamos prudentes con el estigma en enfermedad mental, ya que muchas veces al conocer un diagnóstico, el de terceros o el nuestro propio creamos una serie de prejuicios que suelen entorpecer en el tratamiento hacia la consecución del propio bienestar.
La persona padecerá diferentes enfermedades a lo largo de su vida y las mismas no determinarán la forma de ser, aunque podrían afectar al humor, carácter, sentido del humor…
Desde FACIES Salud Psicosocial nos mostramos disponibles para aclarar cualquier duda al respecto, sobre todo te invitamos a ser prudente con el uso de diagnósticos tanto en el lenguaje como a la hora de describir a una persona o pensar una solución para llegar a su o tu bienestar.
